Por Camilo Parada Ortiz y Maura Fajardo Gálvez, Movimiento Anticapitalista
La irrupción de independientes a la Convención y la derrota de los partidos de los 30 años ratifica que existe un caudal social para transformar todo. Confluir unitariamente, activar espacios de base deliberantes y democráticos, impulsar el programa de la rebelión son los desafíos para un nuevo Chile. Desde el Movimiento Anticapitalista nos ponemos a disposición para las tareas del presente.
Que nuestro legado sea borrar el legado de Pinochet
El mapa de los electos que conformarán la próxima Convención Constitucional demuestra el desgaste del régimen político y sus representantes, comenzando por la derrota de la derecha que no pudo conseguir el 1/3 que apostaban para tener el peso del veto interno, mientras que la ex Concertación sufrió las consecuencias de 30 años de administración y perfeccionamiento del modelo heredado de la dictadura. Sin dudas, el tablero se pateó y los partidos del orden tambalearon.
Aunque un segundo dato alentador es la irrupción del fenómeno de independientes como respuesta a la vieja política. La Lista del Pueblo, que aglutina a activistas del estallido ocupará 22 escaños, las listas de movimientos sociales por su parte, aunque en menor medida, igualmente obtuvo una buena votación. A su vez, nuestra joven organización con un programa anticapitalista obtuvo en ambos lugares que nos presentamos más de 17.000 votos, superando ampliamente a listas completas y figuras mediáticas, posicionándonos como una referencia nueva impulsando la construcción de alternativa revolucionaria.
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Estamos ante un nuevo escenario en donde las perspectivas de cambio social tienen que tener una expresión organizativa. Estamos en mejores condiciones para confluir en una referencia política de independientes, los movimientos sociales y la izquierda anticapitalista para sintonizar la voluntad popular en un caudal activo. Es por eso que saludamos la elección de luchadoras y luchadores sociales a la convención en distintas instancias y en particular a Janis Meneses en el D6 con quien compartimos plataforma desde nuestros camaradas del Movimiento Anticapitalista en el Valle del Aconcagua, de la misma forma saludamos la elección por escaños reservados de Natividad Llanquileo y de la machi Francisca Linconao. El rol que puedan jugar será de gran responsabilidad para los desafíos que se presentan, comenzando por desechar los parámetros del Pacto y de los profesionales de la cocina que fomentarán la construcción del cerco de lo posible para no cambiar nada. Es por eso que saludamos, pero también queremos proponer iniciativas para retomar el mejor impulso de la rebelión y que las expectativas no se esfumen y podamos ir por todo.
¿Por dónde comenzar?
El entusiasmo no nos puede nublar políticamente, la Convención Constitucional fue producto del Pacto por la Paz y la Nueva Constitución que se forjó al calor de la rebelión como una respuesta institucional para evitar que cayera Piñera y a su vez, limitar el proceso constituyente a los márgenes del modelo: se acordó los 2/3 para el peso antidemocrático del conservadurismo, vetó de la discusión los tratados internacionales que despojan nuestros territorios y además, negó la participación de las y los protagonistas del estallidos, secundarios menores de 18 años. En concreto, es una respuesta en defensa de los 30 años.
Aunque contra el pronóstico de los voceros de la burguesía, el terremoto político del 15 y 16 de mayo demuestra que existen reservas sociales para superar estas trabas, por lo tanto, un primer desafío es declarar la CC en una Asamblea Constituyente Libre, Democrática, Plurinacional y Soberana. Es decir, en un proceso que se pueda discutir absolutamente todo y que tenga poder deliberativo para decretar medidas a nivel político y económico en corto, mediano y largo plazo. Esta iniciativa es posible y llevarla adelante tiene que ser inmediata, al igual que la exigencia de la libertad de todas y todos los presos políticos de la rebelión y mapuches, por el juzgamiento de los responsables de las violaciones de DDHH de ayer y hoy, disolución de los pacos y ¡Fuera Piñera!
Una vez declarada una AC con estas características se puede poner en pie medidas concretas para afrontar la crisis sanitaria, social y económica que estamos sufriendo las mayorías sociales: declarar de utilidad pública al conjunto de sistema de salud privado, avanzando en que sea único, gratuito y universal. También avanzar en una renta universal básica financiada por un fuerte impuesto a la ganancia para que la crisis la paguen los capitalistas. De esta forma hacemos efectiva la soberanía.
Por otro lado, es necesario poner en tabla la recuperación de todos los bienes comunes, comenzando por el agua, bajo propiedad estatal y control social para que sean las y los trabajadores junto a la comunidad que decida qué y cómo se produce. Una fórmula que nos permitirá combatir el extractivismo y la debacle ambiental. No podemos dejar sin estipular la autodeterminación del WallMapu, central para el presente democrático de los pueblos.
Una vez recuperado los bienes comunes y los sectores estratégicos podremos financiar todos los derechos fundamentales: salud, educación, vivienda. Acceso universal y gratuito. Los derechos no se negocian.
Las fronteras de lo posible deben derrumbarse y los derechos sexuales y reproductivos garantizarse claramente: reconocimiento de las labores que ejercen históricamente los cuerpos feminizados como trabajo, socialización del trabajo doméstico y reproductivo a través de guarderías y comedores en cada lugar de trabajo y de estudio. Aborto legal, seguro y gratuito. A su vez, impulsar de forma soberana una ley de emergencia contra la violencia machista ahora ya.
Y para que ninguna conquista sea efímera es clave transformar las bases para desmantelar el país de los empresarios, garantizando un inmediato aumento salarial hasta asegurar un sueldo mínimo igual al costo real de la vida, repartir las horas de trabajo para tener pleno empleo y acabar con las AFP. Asumiendo la negociación por rama como un derecho efectivo, avanzando en un sindicalismo democrático, sin burócratas. Es decir: un país para las y los trabajadores.
Para que sea una realidad, se tienen que acabar con los privilegios de las castas políticas: cada cargo político debe ganar como una profesora y tienen que estar obligados a utilizar el sistema público. Revocabilidad si no cumplen con su programa. Una medida para las y los propios convencionales.
En este punto es clave la transformación radical del régimen comenzando por la democratización de los mecanismos de tomas de decisión por parte de las mayorías, derogando la actual legislación electoral, eliminando el Senado y avanzando a un modelo unicameral, con representantes electos a razón de uno cada 10 mil habitantes en un distrito único, sin restricciones a la presentación de candidaturas para que se pueda expresar la fuerza que se expresó en la elección constituyente, este punto se debe garantizar ya mismo para facilitar la participación en las legislativas y presidenciales. En el camino de una democracia de mayorías estos serían pasos muy importantes.
¿Y cómo lograrlo?
El desafío de llenar de contenido la constituyente es posible si activamos espacios de deliberación democrática de base. En primer lugar, confluyendo los diversos espacios de representación en la CC: La Lista del Pueblo, las listas de movimientos sociales, pueblos originarios y quienes asuman los desafíos transformadores, sumando a las organizaciones de izquierda y anticapitalistas que hemos participado y podemos aportar con nuestras reservas militantes. Así poder llamar a la más amplia participación a través de asambleas de los pueblos como instancias decisivas para que aquellas voces que votaron por alternativas nuevas tengan un espacio deliberativo. Es central no confiar en el marco institucional sino mantener y desarrollar aún más la movilización.
Confluir, activar y movilizar, tal como lo expresó nuestro pueblo en la rebelión al proliferar asambleas en dónde discutamos absolutamente todo, comenzando con fuera Piñera y que país se debe construir. Dicho fenómeno político está más que presente y hoy estamos en mejores condiciones para forjar una nueva referencia de forma amplia para que nazca una alternativa política que manifieste los desafíos del presente en base a un programa de cambios estructurales. Es momento de desbordar con la movilización y con autoorganización, ya que el cambio constitucional dependerá de la correlación de fuerza, es decir de la voluntad transformadora que se exprese en las calles.
En este punto es clave que quienes obtuvieron una gran representación no traicionen las expectativas y la voluntad depositada, sino que apuesten a generar estos canales para que las mayorías pasen de ser votantes a sujetos políticos activos y partícipes.
Desde el Movimiento Anticapitalista nos ponemos a disposición de estas tareas y esperamos que prontamente se inicie un proceso novedoso y necesario en donde las voces de la rebelión tengan una expresión política, sin ceder a las presiones del régimen ni dilapidar el enorme apoyo popular que se expresó en las urnas.
Esa es nuestra apuesta y te queremos invitar a formar parte de una alternativa anticapitalista y revolucionaria para que estas propuestas tengan fuerzas y podamos ir por todo, súmate para transformar todo.