Debate con María Rivera y el MIT ¿Propagandismo abstracto o convocatoria real?

La constituyente Maria Rivera presentó hace unos días un proyecto de disolución de los poderes del Estado y la creación de una nueva institución que los reúna y unifique. Lejos de los ataques y las burlas de las fuerzas políticas del régimen, que por supuesto rechazamos, nos parece importante abrir un debate sobre la propuesta y la acción de la izquierda revolucionaria en el actual escenario. 

Por Martín Miranda, Movimiento Anticapitalista

Generar puentes o dinamitarlos 

Tal como lo decimos en la introducción, el objetivo de estas líneas es debatir en el terreno de las fuerzas revolucionarias sobre la política y las tácticas necesarias para intervenir en el momento actual, con el objetivo estratégico de poner en pie una fuerza capaz de superar el actual estadio de dispersión que existe en las filas del movimiento obrero y la izquierda de nuestro país (y podríamos decir en el mundo) para lograr que la energía y la disposición transformadora expresada en las recientes rebeliones y revoluciones que se han producido encuentren un desenlace positivo para las mayorías. Es desde este punto de vista que encontramos muchas confusiones en el planteo realizado por Maria Rivera y el MIT, no solo por lo que se expresa en el proyecto y en sus artículos, sino también por la falta de una política que apunte a movilizar y construir organización para que pueda ser algo más que un planteo de propaganda, lo que podrían significar el fortalecimiento del movimiento de las y los trabajadores y los pueblos al calor del debate constitucional.

Está claro que los márgenes de acción al interior de la CC son muy estrechos, justamente por su sujeción a lo establecido en el Acuerdo por la Paz y la nueva Constitución, surgido justamente de un pacto para desmontar la movilización, por ello lo primero que se coloca como un debate es el lanzamiento de una propuesta de estas características sin convocatoria alguna a otras fuerzas y espacios de base que la sustenten y se pueda sostener en las calles. Colocar el debate sobre la construcción de un Estado de nuevo tipo en el debate parlamentario, desconociendo la implantación real de tal propuesta en las calles y estructuras del movimiento obrero, juvenil y popular es un desvío propagandístico con más intenciones mediáticas que las de construir un puente entre la situación actual de la lucha de clases y el desarrollo de la conciencia de nuestra clase y este objetivo. Proclamar una nueva institucionalidad en forma de proyecto parlamentario en estas condiciones nos parece equivocado. ¿Se impulsará una campaña común para explicar este punto? ¿Se apoya en resoluciones reales de los sectores de base de nuestra clase? ¿Representa la mejor forma de poner en contradicción las limitaciones democráticas y económicas del actual régimen político y del Estado capitalista chileno? creemos humildemente que no. 


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Las y los compañeros del MIT dicen en una nota reciente “Esos ataques no son solo en contra de nosotros, sino en contra de todos los convencionales que están defendiendo medidas para realmente cambiar el país, la mayoría de ellas que reflejan las demandas populares.”[1] y coincidimos con ese planteo, sin embargo poco dicen sobre un aspecto fundamental. Hasta ahora, la actividad fundamental de los sectores más “progresivos” de la convención se han limitado a los mecanismos establecidos por la misma, juntar firmas electrónicas para “reflejar las demandas populares”, sin convocar decididamente a poner en pie un movimiento de organización y lucha para que esos planteos no naufraguen entre las bancas, alimentando así un factor clave en la situación: la dispersión y la falta de una dirección coherente de la fuerza de las mayorías, que lejos de facilitar que lleguemos a terminar con este régimen y este Estado lleva a frustraciones. 

Ya María Rivera y el MIT vienen reflejando esta posición, así se demostró con la Iniciativa Popular de Nacionalización de las grandes empresas mineras, la cual consiguió superar el piso antidemocrático de las 15 mil firmas electrónicas para poder ser discutido en la Convención, un paso importante sin dudas, aunque aún está carente de sostén organizativo y de una convocatoria amplia para garantizar su avance, robusteciendo la propuesta con movilización. Contrariamente, la ausencia de participación social real debido a la inexistencia de convocatoria por parte de las y los convencionales ha permitido que el consenso “anti nacionalización de la minería” pueda articularse desde la derecha hasta al FA sin tener un contrapeso de quienes en las calles defenderemos la medida pese a sus limitaciones y visión productivista sobre los bienes naturales. Es fundamental revisar esta posición, sobre todo con las últimas declaraciones de los escribas del no se puede. La nueva propuesta que motiva esta debate expresa sólo el rasgo autoproclamatorio al interior de la CC, ya que no se intentó garantizar ni “virtualmente” un diálogo con el movimiento obrero y popular.

Una experiencia reciente en este punto tiene que ver con la explosión de la Lista del Pueblo y su efecto demoledor en la confianza de miles en la construcción alternativa. 

Esquemas que facilitan la confusión

En la propia propuesta realizada, encontramos también un esquema que facilita las campañas descalificadoras de la derecha y el reformismo. La composición de la “asamblea plurinacional” incorpora por ejemplo a la “tropa de las fuerzas armadas” sin sus mandos, como si existiera en nuestro país hoy una ruptura o quiebre en las instituciones represivas, como si existiera una base girando a la izquierda en las podridas instituciones como Carabineros o el Ejército. ¿Alguien se imagina una asamblea con carabineros en este momento? ¿Alguien está al tanto de algún movimiento progresivo al interior de estas fuerzas? ¿Un gobierno con los pueblos originarios y con quienes los balean? Por nuestra parte no lo vemos. Todo lo contrario, vemos que son la base social fundamental de los sectores de ultraderecha y elementos de presión constante contra las medidas más progresivas en debate, entendemos que el planteo fundamental tiene que ser la disolución de estas fuerzas represivas, sin embargo este planteo no aparece entre los que realizan el MIT y Maria Rivera, cuya actividad central incluso está ligada a la defensa de los derechos humanos y el castigo a la represión de las fuerzas armadas.


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En otro tramo de la mencionada nota dicen les compañeres “La mayoría de la población, los que trabajamos y producimos la riqueza de este país, no tenemos mayor participación en las definiciones políticas. Nuestro rol es ir a votar cada 2 años por candidatos de partidos totalmente cuestionados. Esa falta de credibilidad de la “democracia” se refleja claramente en las altas tasas de abstención electoral. La mayoría de la clase trabajadora no tenemos las condiciones para candidatearnos, ya que no tenemos dinero, ni aparatos políticos, ni medios de comunicación. Tampoco tenemos el derecho de revocar a los políticos si ellos no cumplen sus promesas. Tenemos que esperar 4 años (u 8!, en el caso del Senado) para sacarlos de sus puestos. Y la cosa es aún peor. Si bien tenemos la posibilidad de votar para los Poderes Ejecutivo y Legislativo, no tenemos el derecho a elegir a los jueces, ni a los oficiales de las Fuerzas Armadas, ni al presidente del Banco Central, ni a los ministros, nada. Así, las clases dominantes, además de tener el control de la mayoría de los partidos y sus parlamentarios, también mantienen el control de los sectores privilegiados del aparato estatal, como los jueces y la oficialidad de las FFAA.” y nuevamente coincidimos plenamente en sus críticas, pero no sería más concreto justamente construir propuestas que partan de esa realidad sentida por millones y avanzar desde ese punto, que solo propagandizar el final del camino, cuándo las fuerzas revolucionarias no somos hoy reconocidas por la clase obrera y el pueblo como una dirección capaz de conducir y garantizar estas demandas, quizás en gran medida por este tipo de planteos ultimatistas y despegados de la acción cotidiana de la clase trabajadora. No se trata de guardar reivindicaciones, estamos plenamente a favor de un gobierno de las y los trabajadores y las mayorías populares y así se expresa en nuestros materiales, sino de lograr que esas reivindicaciones se tonifiquen y se vuelvan posibles organizando al movimiento de masas, disputando su dirección, no solo desde una tribuna parlamentaria sino desde sus propias estructuras.

Propagandismo abstracto vs convocatoria real 

La nota de La Voz de los trabajadores, órgano del MIT, cierra con la siguiente afirmación “Desde nuestro punto de vista, reafirmamos nuestra propuesta de reorganización total del aparato Estatal y creemos que la única solución para el problema de la gran mayoría de la población es que la clase trabajadora tome el rumbo de las cosas en sus manos: el poder político y el poder económico.” Nuevamente no dudamos un segundo en coincidir con esta afirmación, con la que cualquier revolucionario y revolucionaria podría coincidir en todo tiempo y lugar. ¿Cómo lo logramos compañeres? Estamos seguros que no será esperando que se vote en la CC tal proceso revolucionario de transformaciones profundas, por el contrario, creemos que sí esa es la voluntad del MIT y de la compañera Rivera tendríamos que discutir de manera urgente como atacar el problema de fondo que tenemos, la dispersión de las fuerzas revolucionarias, el profundo sectarismo y oportunismo producto de años de marginalidad, que hace que hoy seamos pequeñas expresiones organizativas. Para eso no alcanza con dar golpes de efecto, necesitamos trabajo regular y coherente, abandonar la autoproclamación y poner en pie un gran frente político para intervenir en la apasionante realidad que nos toca vivir, que es dinámica y con un gran espacio para las ideas y acciones de la izquierda revolucionaria, por supuesto a condición de aprender y sacar conclusiones. No basta con rechazar el modelo de la burocracia soviética y la figura de Stalin u otras expresiones locales contemporáneas, hay que ser capaces de construir una alternativa que dialogue con la realidad cotidiana, dispute a millones que hoy tienen expectativas en el gobierno recientemente electo (expectativas que seguramente serán rápidamente defraudadas), a través de convocatorias, sumar participación organización y movilizar. 

Los ánimos de la rebelión siguen latentes, aunque si la fuerza social se sigue delegando a los canales institucionales, alejados de las calles y entre pasillos parlamentarios, por más “revolucionaria” de las posiciones en la CC éstas no encontrarán eco alguno y sólo servirán como cánticos para celebrar en pequeños círculos. Aún es tiempo de superar estos límites políticos, se acerca el plebiscito de salida y es posible avanzar en una gran coordinación que unifique las demandas que la rebelión impulsó, poniendo en pie un movimiento político y social que demuestre que las fuerzas transformadoras sigue siendo motor e impulso de la etapa que transitamos. Aquella perspectiva puede tomar fuerza si los sectores que se reclaman de izquierda como María Rivera y otras y otros convencionales proveniente de la independencia política de los 30 años y los movimientos sociales toman la iniciativa, de lo contrario las calles estarán siendo regaladas a la actividad de la derecha como lamentablemente hemos sido testigo las últimas semanas, brindando espacio a búsquedas ajenas a los intereses de la clase en un escenario de polarización social, mientras que las usinas del poder renovarán el “no se puede”. Los tiempos que corren son desicivo y la voluntad objetiva de las fuerzas que apuesten a cambios profundos será central para encaminar el proceso y que el desarrollo del debate constitucional, pese al intento de desvío, pueda apostar a la rearticulación de la izquierda y el movimiento obrero, juvenil, feminista, territorial y ecologista. Esto será posible a condición de dejar la autoproclamación y el parlamentarismo, la tarea es convocar ya. 

Desde el Movimiento Anticapitalista estamos a disposición de apostar a un trabajo conjunto por esos objetivos con todos los sectores que, al calor de las recientes experiencias revolucionarias, apuesten a una transformación profunda y en un sentido anticapitalista y socialista de la realidad.


[1]  https://www.vozdelostrabajadores.cl/maria-rivera-y-la-propuesta-de-una-asamblea-plurinacional-que-es-lo-que-proponemos